Por Infranich
Estoy en la casa de Wolf, la legendaria casa de los Mansillas en donde se forjó gran parte de la movida criolla. En una mesa estamos sentados Lucas, el kily cordobés, el kily de Mar del Plata, Manson, el Lobo y yo; entonces, todos hablamos de manera desordenada de los títulos de la noche. Ahora los ordeno: Chuty ganó bien pero no brilló; Zticma y Kaiser tuvieron un batallón y se la terminó llevando el chileno después de una réplica; Skone no sólo logró controlar los ataques del Dto sino que le ganó de manera contundente; y, por último, Cacha consiguió su puesto para la internacional después de un empate en una batalla muy pareja.
Las primeras conclusiones son seguidas de un análisis general sobre la jornada: el fin de la localía, digo entre murmullos, el formato FMS logró plasmar un gran cambio en cómo pensamos las batallas. Si en la historia de la movida, la localía era una variable inquebrantable. Si ser local implicaba un triunfo casi seguro, la victoria de Skone en Buenos Aires, y la de Papo en Valencia, implica un quiebre en la lógica territorial en relación al público y los enfrentamientos. Así, si el color local era un factor determinante, ahora, el público de la liga demostró que la planilla es más importante que el lugar de nacimiento. Lo digo en voz alta: “se acabó la localía”.
Mientras las distintas voces se mezclan en la casa de los Mansilla, me quedo pensando. En el televisor están corriendo las imágenes de las batallas pero mi cabeza está en otro lado, muy lejos, en la época en que estudiaba literatura argentina, leía a Sarmiento y todo el debate sobre “civilización o barbarie”. La civilización implica reglas: no sólo una moral sino también una serie de reglamentos de conducta; la barbarie, en cambio, está reglada por la “ley del coraje”, por la fuerza. En la barbarie la valentía es la única ley, y la cobardía su contravalor. No tengo dudas, el formato FMS elaboró un dispositivo civilizatorio, una especie de contrato social en el cual la lógica inestable de la ley de la selva es reemplazada por un suelo más seguro. Si dominar a cualquier costo era el criterio de la vieja escuela; la liga nacida en España -ahora internacional- propone un modelo de ganador distinto.
En este sentido, el prototipo de la liga supone un MC que no sólo tenga variedad de recursos que le permita desarrollar las distintas pruebas, sino también el profesionalismo suficiente para administrarlo de manera regular durante la casi media hora que dura la batalla. Si bien en las distintas ligas se viene discutiendo el alcance de este modelo, la internacional no dejó dudas de que no se trata solo de arrojo sino que también hay que lograr un gran nivel para sostenerse en la liga.
En este sentido, si en la primera jornada habíamos visto vencer a la inteligencia sobre la fuerza como escribí en la nota La cicatriz de Ulises, en la noche de Buenos Aires vimos como el profesionalismo derrocó a la astucia. Así, el promedio de Chuty fue más que los intentos esporádicos de Acertijo; la experiencia de Kaiser logró imponerse a la frescura de Zticma; la argumentación de Skone pudo con los gritos de Dtoke y, finalmente, la concentración final de Cacha -en la réplica- como actitud, se impuso a la displicencia de un Jony Beltrán que suele confiarse demasiado en su talento.
Lo interesante del devenir de la noción “civilización o Barbarie” es la “o”, la exclusión, no pueden existir juntas: una u otra. La fórmula supone que si se establecen unos valores los otros pierden sentido. En esta dirección, si los formatos de las batallas solían privilegiar el coraje como marca, el arrojo y la valentía; la planilla FMS intenta ir un paso más allá de esto, encontrando una legalidad que premie el profesionalismo y no solo la fuerza y el arrojo. El peligro está en la burocratización de los criterios; su ventaja, en cambio, es que obliga a los MCs a mejorar sus habilidades si es que quieren sobrevivir en este nuevo contexto.
Chuty vs Acertijo: nivel y experiencia.
La actuación de Chuty no fue deslumbrante pero le alcanzó para ganarle de manera directa a un Acertijo que no mostró su mejor nivel; solo en el minuto a sangre logró poner -por momentos- en apuros a un español, que luego, en el a capela volvió a controlar la batalla. A pesar de lo dicho, de que la batalla no mostró las mejores versiones de los MCs, el español tuvo destellos de lo que puede lograrse en este formato. En este sentido, en las dos primeras pruebas (Easy y Hard mode) logró realizar un par de intervenciones casi perfectas. En estas, el español logró elaborar algunos punchlines en la cual las cuatro barras carecen por completo de relleno. Si generalmente, los MCs suelen caer en incoherencias o el uso de palabras de paso (desconectadas con el sentido general), Chuty rechaza estas técnicas y busca cohesionar todas las palabras. Si bien a veces no lo logra; otras, de manera sorprendente, consigue estructuras significantes tan conectadas que parecen casi un silogismo. Así, barra tras barra, las palabras van elaborando una serie de ideas que confluyen con el final. Este tipo de habilidades marcan una diferencia de nivel que, a pesar de que el sábado no estuvieron en su máxima expresión, marcaron una diferencia. Acertijo, por su parte, tuvo -como dijimos- su oportunidad de desbalancear la dominancia en las últimas pruebas. En estos pasajes logró conectar una serie de golpes muy festejados. A pesar de esto, no le alcanzaron para empatar la distancia que el español le había sacado.
Kaiser vs Zticma: más por viejo que por diablo.
Esta batalla fue la más emotiva de la noche. En las primeras pruebas vimos a un Kaiser muy concentrado intentando sumar puntos desde esta actitud, tanto, que en el Hard mode se agachó enfrente de la pantalla e improvisó olvidándose del resto del mundo. Zticma, en cambio, apostaba a los skills para lograrlo. En este primer tramo de la batalla, a pesar de que no fue abismal, el chileno parecía sacar una pequeña ventaja. Fue la temática “robótica”, la segunda de las mismas, en la que él mexicano pareció cambiar de estrategia. Si como dijimos, había empezado intentando el camino de las técnicas; en esta parte de la batalla, viró hacia un estilo más directo. En esta dirección, conectó cuatro golpes muy certeros ante un Kaiser que no la había seguido tan bien. Luego, en la prueba de los personajes -“leyenda” vs “afortunado”- la batalla estalló y el nivel de ambos creció a pura respuesta. A partir de acá, el enfrentamiento se volvió golpe por golpe, tanto, que fue necesaria una réplica para determinar al ganador. En este sentido, la experiencia del chileno terminó imponiéndose. Así, desde el minuto cero, mostró un gran manejo del público que terminó utilizando como recurso para imponerse. A pesar de lo dicho, de las razones que pueden justificar el triunfo del chileno; Zticma demostró un gran nivel y muy buenos argumentos para haber sido él el ganador. Tanto es así que el propio Kaiser, una vez terminada la batalla, lo dijo: si hubiera ganado él, no hubiera estado mal.
Skone vs Dtoke: qué gane el mejor.
Si bien Dtoke venía utilizando la dominancia como herramienta, un tipo de recurso basado en la intimidación, invocando al coraje y la vieja escuela donde no gana el mejor sino el más valiente; Skone empezó diciendo todo lo contrario “gane quien gane, va a ganar el mejor”. Si el español sedujo al público con este discurso, Dtoke radicalizó su apuesta comenzando los intercambios antes de que empiece la batalla. “No tartamudees”, le dijo, “vas a tener que bancar lo que dijiste”. Y no sólo esto, sino que en el sorteo le hizo la seña de fuck you, y luego, cuando iba a empezar su adversario, no lo dejó, y, le robó el turno. “Yo soy el local” vociferó en una noche, en una liga, en que está condición no parece un argumento suficiente. Skone, lejos de entrar en este juego, contra-argumentó ubicando a su adversario dentro de la dicotomía que mencionamos en el inicio de la nota. El español se posicionó como el educado, como el civilizado ante un Dto que insistía en ir en contra de las reglas (acotar por fuera de la batalla, robar el turno, apretar al adversario, etc). Si este modo de batallar le había servido como dispositivo argumental en la liga criolla, ahora, ante Skone, no resultaba efectivo. Incluso, le jugó en contra, tanto, que el público argentino empezó a gritar por el español. El momento máximo de apoyo estuvo al final del round A sangre. Skone, acorde a su estilo ofreció una caricatura del argentino usando su vejez como rasgo a parodiar. Dtoke, por su parte, elaboró su respuesta y ataque intentando imponer la ley de la selva, de la rudeza, de las balas; y Skone -en su vuelta- lo corrigió: “no se puede estar orgulloso de la violencia”, le dijo, y el público se puso de su lado. Entonces sucedió, la gente coreó el nombre del español. Inesperadamente el público local alentaba al visitante. A pesar de esto, el argentino siguió intentando, incluso, le devolvió el favor de corregirlo: “El educadito no sabe contar”. El español había usado el número 67 cuando se estaba hablando de dos veces 33. Increíble, Dtoke no negaba su lugar de bárbaro, incluso, de salvaje, pero atacaba el valor de civilizado que estaba proponiendo Skone. No deja de parecerme asombroso cómo en una simple pelea de MCs puede discutirse una serie de cosas tan profundas; incluso, de índole moral. ¿Quién tenía razón? El público y los jueces dieron por vencedor al español.
Cacha vs Jony Beltrán: la liebre y la liebre.
El mexicano suele representar a la liebre de la fábula; es decir, el talentoso que, por este mismo motivo, no se apura en la carrera. Sabe que es mejor y muchas veces, pierde la disputa por esta confianza. Si bien Cacha está lejos de ser la tortuga, su estilo suele ser más trabajado y regular. Sin embargo, el sábado, ambos parecían la liebre. Es decir, pasaban los rounds y ninguno lograba aprovecharse de las ventajas que daba su oponente. Quizás porque era la última batalla (lo mismo había pasado en Valencia); quizás porque ya habían pasado muchas emociones, lo cierto es que la batalla no terminaba de arrancar. En la réplica, Cacha mostró un cambio de actitud y logró imponerse; consiguió, así, su puesto en la gran final.
Epílogo: La ranchada.
Alguien abre una cerveza y, un par de botellas después, la conversación se vuelve discusión. El Kily cordobés dice que dejó las batallas porque el hip hop ya no es lo que era. Una y otra vez durante la noche, se cuentan anécdotas de rap y raperos, historias alegres y tristes. El hip hop surgió en la intemperie, una serie de chicos que se pusieron a rapear, que no lo hacían para ser famosos ni para triunfar, lo hacían porque era una necesidad interna. Una necesidad de expresión. La única para esos chicos. Manson se ríe. Wolf comenta que hay que abrir la cabeza, que no hay que quedarse en el tiempo. Para batallar en el presente hace falta mucho más que ganas. Con o sin hip hop hay que enfrentarse a pibes que son muy potentes en escena. ¿Puede ser que haya una nueva generación que ame las batallas y no conozca toda la cultura? Las batallas se independizaron del movimiento. Las batallas pueden ser una profesión y la FMS es una prueba de esto. Un rato después hacemos una improvisada y sale el tema entre rimas. Lucas sostiene que el freestyle es algo personal, no una mercancía, el free es libre, no puede ser algo pensado, entrenado, masificado. Lucas establece una verdad emotiva, nostálgica, que recuerda el surgimiento del hip hop, las veces que se tomaban un tren o un colectivo para ir a rapear al fin del mundo, por nada, por el hecho de ir. El pequeño público que somos festeja estos golpes. Wolf -porque le toca responder- lo contrapone argumentalmente. Dice, de manera humorística, tu amor no pagó las pizzas ni las cervezas. Nos reímos. La noche de freestyle sigue hasta las siete de la mañana. Antes de irnos a dormir nos pasamos la última cerveza y brindamos por estas dos verdades: la de Lucas, la del pasado, donde la valentía se mostraba en una batalla y el premio era el respeto; pero también, por la del presente y el futuro donde ser rapero puede ser una profesión como cualquier otra.
Datos
Infranich es Profesor en Letras. Juez de FMS Argentina y cronista de Urban Roosters. En la actualidad tiene un canal de YouTube llamado “Escuela de Rap” en el cual analiza y teoriza distintos aspectos de la cultura Hip Hop. Su mirada tiene en cuenta aspectos técnicos (cómo rimar, cómo usar procedimientos), aspectos artísticos (cómo hacer una maqueta), incluso aspectos históricos (orígenes y evolución), musicales, sociales, literarios, etc. También dirige una editorial de poesía llamada Goles Rosas.