El 16 de abril de 2003, en Philadelphia, Estados Unidos, Michael Jordan jugó su último partido de la NBA. Era ya su tercer ciclo en la liga más importante del mundo y él vestía los colores de los Washington Wizard.
Jordan saludando en su último juego de NBA.
Tras no poder cumplir el objetivo de liderar al equipo de la capital de los Estados Unidos a los play-offs, Jordan, con 40 años de edad, decidió colgar las zapatillas de básquet por tercera y última vez en su carrera. Todos aquellos que presenciaron ese partido, vivieron un momento histórico.
Todo el mundo sabía que era a última vez que se iba a ver en una cancha a “The goat”, que era la última oportunidad para poder homenajearlo, darle las gracias por tantos momentos de felicidad y escenas épicas que le dejó al mundo del baloncesto.
El respeto y la admiración por este jugador fue tan grande que el público visitante, a falta de 2 minutos para que finalice el partido, y con un Jordan sentado en el banco de los suplentes, empezó a cantar su nombre para poder disfrutar los últimos instantes del mejor de la historia. Convirtiéndose así, en la ovación más larga que le han hecho a un deportista en toda la historia.
Artículo redactado por Braian Villalba, miembro de la Urban Roosters Army.